Hace 93 años, un obrero y un vendedor ambulante: Nicola Sacco, zapatero, de 36 años; y Bartolomé Vanzetti, de 39 años, ex panadero y ex peón de horno de ladrillos, vendedor informal de pescado, fueron condenados a la pena capital, y ejecutados en la silla eléctrica por un crimen que no cometieron.

En abril de 1920 hubo un asalto con víctimas mortales en Massachusetts, Estados Unidos. Y al no encontrarse a los delincuentes, se detuvo a Sacco y Vanzetti, que no pusieron ningún tipo de resistencia, los interrogatorios de los policías no fueron relativos al delito sino a sus filiaciones políticas: “¿son ustedes socialistas? ¿Son comunistas? ¿Son anarquistas?”
Nicola Sacco y Bartolomé Vanzetti habían emigrado al terminar su adolescencia a Estados Unidos, y tenían formación anarquista. Eran conocidos por hacer respetar su dignidad por más pobres que fueran. Además, el temor que había generado el triunfo de los “vasallos” en la Revolución de Octubre y en la guerra civil rusa (donde los Estados Unidos habían sido derrotados y expulsados de la invasión que hicieron en la región de Siberia) hacía que la burguesía actuara con violencia ante cualquier posible manifestación libertaria.
En el proceso, que duró 7 años, varios testigos declararon que vieron a uno trabajando y al otro en la embajada italiana tramitando un nuevo pasaporte, el mismo funcionario de la embajada declaró la veracidad de ese hecho. De nada sirvió, fueron condenados. Los sindicatos se movilizaron y hubo protestas en las principales ciudades industriales de los Estados Unidos, también en Buenos Aires, Montevideo y Asunción, y en otras latitudes. Incluso en la resguardada penitenciaria durante la ejecución.
Solo en 1977, un gobernador de Massachusetts proclamó la total y absoluta inocencia de Nicola y Bartolomé y pidió disculpas por el hecho.
En una carta de Nicola Sacco a su hijo Dante escribió: “Recuerda, también esto, hijo mío. No olvides jamás, Dante, cuantas veces seas feliz en la vida, de no ser egoísta; comparte siempre tu dicha con los más infelices, más pobres y más débiles que tú, y no seas sordo nunca hacia quienes reclaman socorro. Ayuda a los perseguidos y a las víctimas, porque ellos serán tus mejores amigos; ellos son los compañeros que luchan y caen como tu padre y Bartolomé, que lucharon y hoy caen por haber reclamado felicidad y libertad para todas muchedumbres de trabajadores. En esta lucha por la vida, hallarás amor y serás amado”

En su carta final ambos señalan: “Si vamos a la silla eléctrica iremos, no porque se haya demostrado que somos culpables del delito que se nos atribuye, sino por nuestros ideales. E iremos permaneciendo fieles a nuestros principios, los cuales, si hoy son rechazados y combatidos, mañana dominarán la vida.
Si morimos, moriremos con la convicción de que los hombres de vanguardia deben morir siempre. Deseamos, mientras tanto, que nuestra muerte no ocurra en vano y que vosotros, trabajadores que hacéis posible la vida de la sociedad moderna, haréis que nuestro sacrificio sea más elocuente y útil al progreso social que lo sería nuestra vida”.
En 1971, antes de la disculpa oficial, dos monstruos del arte como Ennio Morricone, productor y músico de influencia mundial, miembro del Partido Comunista Italiano, y Joan Báez lanzan la canción “Para ti” o “Here to You” en honor a Nicola y Bartolomé.
En ella se hace referencia a una declaración de Vanzetti a un periodista: “Si no hubiera sido por estas cosas, podría haber vivido mi vida hablando en las esquinas de las calles con los hombres que la burguesía desprecia. Podría haber muerto, sin dejar marca, desconocido, un fracaso. Ahora no somos un fracaso. Esta es nuestra carrera y nuestro triunfo. Nunca en nuestra vida plena podríamos haber esperado hacer ese trabajo en favor de la tolerancia, la justicia, lo hacemos ahora por accidente. Solo quitan la vida de un buen zapatero y de un pobre vendedor de pescado. Sin embargo, este último momento nos pertenece, esta agonía es nuestro triunfo”.
