Exclusiones e inmigrantes: Estados Unidos y la Argentina

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Mural «Los Inmigrantes» de Rodolfo Campodónico

Los inmigrantes son, a través de la historia, una realidad cotidiana que no será detenida por decreto.

Diversos mitos, producto de la “información” que brindan los medios al respecto, ya han sido con holgura aclarados. Se tiene evidencia que la cantidad de población mundial que migra se mantiene en un promedio del 3%[i], desde hace seis décadas como mínimo.  Solo que la población en su conjunto también ha aumentado y los medios de comunicación la hacen más visible. Por lo tanto es falso que vivamos una época donde la migración ha crecido.

Tampoco es cierto que las políticas de migración se hayan vuelto más restrictivas, es más, diversos países han diseñado normas favorables y otorgan incentivos para recibir determinada población de su interés: expertos, jóvenes, y si tienen dinero, mejor; por otro lado, se excluye, como siempre, a los de origen campesino, poco capacitados, pobres y enfermos. En sus primeros años los Estados Unidos como la Argentina promovieron intensamente la migración: La constitución de 1853 de Argentina es explícita: “Asegurar los beneficios de la libertad, para nosotros, para nuestra posteridad y para todos los hombres del mundo que quieran habitar suelo argentino… Los esclavos que de CUALQUIER MODO se introduzcan quedan libres solo por el hecho de pisar el territorio de la república[ii]

Otro argumento poco serio, es que la población que emigra proviene de los sectores más pobres y excluidos; extendiendo ello a regiones o países. Generalmente para emigrar hay que disponer de un mínimo de recursos que muchos no tienen: dinero para pasajes y manutención inicial, contactos, capacidad de trabajar, documentación mas o menos en regla (en especial para pasar algunas fronteras) etc.  Dicha capacidad de trabajar significa que el migrante ya está formado y “alguien” ha invertido en esa educación (o el estado o la familia de donde proviene).

Últimamente se ha escuchado a los actuales presidentes de Estados Unidos y Argentina, curiosamente dos estados con absoluta mayoría de población no originaria,  señalar que los “migrantes roban empleos y amenazan el bienestar” de sus conciudadanos. Cosa que primero es falsa y que más bien es todo lo contrario, punto que desarrollaremos con más detalle más adelante.

¿Por qué se migra?

Los que migran se pueden catalogar en dos grandes grupos:

  • Los que buscan mejorar su calidad de vida
  • Los refugiados o asilados

Las razones de los primeros son expectativas de mejores ingresos, mejor desempeño laboral, desarrollo personal, compañía familiar o capacitación. Y para ello, deben disponer de recursos, desde el análisis a dónde se va, a la obtención del transporte y elementos de viaje, etc. Ello implica disponer de tiempo y contactos para ver la documentación necesaria, la ruta cómo se la atraviesa y su respectivo costo.  El 80% de los migrantes se incluyen en este grupo.

El segundo grupo, el restante 20%,  migra por seguridad o sobrevivencia a situaciones que lo expulsan involuntariamente de su tierra. Guerras o sistemas excluyentes en extremo arrojan poblaciones, y también para escapar se debe tener recursos, muchos no tienen otra alternativa que quedarse.

Los Estados Unidos y la Argentina se poblaron por migrantes provenientes de países, donde sufrían exclusión  y pocas posibilidades de ampliar las capacidades de sus respectivas familias. Una Europa clasista y con normas rígidas expelía personas que veían América como una zona donde estarían fuera de la servidumbre o de  los patrones de sangre. Claro, para atravesar el océano se vendía lo que se tenía; y cuando no podían ir todos,  se mandaba al más capaz de resistir la travesía y con más oportunidades de establecerse o generar algo.  El enfermo o discapacitado se quedaba. No era el gran terrateniente noble  el que migraba, era el poblador común y corriente;  nadie emigra voluntariamente para perder privilegios y comenzar de cero.

Estados Unidos y Argentina son los países, el primero en el norte  y el segundo en el sur del continente, que tiene mayor cantidad de residentes no nacidos en su territorio. Y es curioso que dos hijos de migrantes sean los que estigmatizan lo que fueron sus antepasados, uno más ridículo que el otro.

¿Y de dónde provienen y cómo son los inmigrantes?

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Largadas las esperanzas, oleo de Mabel Lorenzo

En  los Estados Unidos, los migrantes provienen de todo el mundo, y para el año pasado la cantidad de residentes no nacidos en ese territorio llega casi a los 33 millones; pero a nosotros nos interesa más ese segmento denominado “hispano” o “latino” que  agrupa a todos aquellos que provienen de donde se habla español o portugués, y en especial la inmigración ilegal, aquella que no deja de nombrar Trump y compañía.  La estimación de los inmigrantes ilegales para el año 2016 en Estados Unidos es de aproximadamente 12 millones, siendo casi 7 de ellos mexicanos. Otros 3 millones provine del resto de países latinoamericanos. Un millón viene del Asia y el residuo del resto del mundo. La mayoría de estos “ilegales” tiene una edad que va de 18 a 39 años, y son varones. El ingreso se hace generalmente de manera “legal”, y por avión; luego muchos intentarán quedarse hasta conseguir la “Green card”, la segunda ruta es por tierra, a través de los pasos regulares; la tercera recién es aquella que atraviesa la frontera con México por cualquier punto, la que dice  quiere detener Trump («Trump, tu muro no servirá de mucho«).

Este segmento de “hispanos” según las estimaciones de Pew Reserarch Center[iii] en su mayoría radica en California, Arizona, Nuevo México, Texas, Florida, Nevada, Colorado; todos estados que antes eran del Virreinato de Nueva España con sede en Ciudad de México, y luego de la república con el mismo nombre ; y también en Nueva York, Nueva Jersey u Oregon.

En la Argentina viven alrededor de 2 millones de extranjeros, con una ligera mayoría de mujeres. Según los datos de la Dirección General de Migraciones de la Argentina, nueve de cada diez casos de radicaciones permanentes entre el año 2004 al año 2016 correspondió a personas provenientes de Paraguay, Bolivia, Perú, Brasil y Colombia. Siendo el paraguayo el segmento mayoritario, equivalente al doble del boliviano y cinco veces el peruano. La segmento etario de la mayoría de  personas que solicitaron radicaciones está entre los 22 y 35 años, y en su gran mayoría fijan su residencia en la  zona de Buenos Aires, provincia y ciudad.  La ruta de ingreso es principalmente por tierra, la provincia de Misiones es la puerta de entrada para más del 25 % de ese flujo. Un nada despreciable 15% llega por los aeropuertos, y un 6% todavía lo hace mediante barcos, como los abuelos de una gran parte de los argentinos.

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Migrantes de medio oriente en la frontera de Macedonia

¿Para qué sirven los inmigrantes?

Las contribuciones de los migrantes son, según la evidencia, favorables a la mayoría de estados.

  • En lo que es la innovación o la capacidad de generar nuevas actividades, se estima que los migrantes superan a los nativos en establecer y comenzar un nuevo negocio. En los Estados Unidos según el CEA (Counsil of Economic Advisers)[iv], o Consejo de asesores económicos de la Casa Blanca, el aporte es positivo. Los inmigrantes generan ganancias a los trabajadores nacidos en ese territorio y generan sus propios negocios en un 40% más que los nativos.
  • La productividad es también superior en un migrante, sea este capacitado o no. Su contribución en impuestos directos e indirectos es relevante, en los Estados Unidos, el CEA estimó que los inmigrantes pagan más impuesto a la renta que los nativos. Cosa que fortalece el sistema de seguridad social en un país que envejece. Hay diversas investigaciones que señalan que los inmigrantes contribuyen significativamente más en impuestos que los beneficios y servicios que reciben. El Banco Mundial en “The Potencial Gains from International Migration” afirma que aumentar la migración en un 3% de la fuerza laboral en los países desarrollados generaría ganancias globales de más de 356 mil millones de dólares. Si los trabajadores pudieran ir a trabajar a donde les dé la gana, los beneficios serian inmensos.
  • Un inmigrante calificado genera ahorros “per se” a la economía donde ingresa, el costo de capacitación es asumido por otra sociedad que ya no disfrutará de lo que produce. El costo además incluye la alimentación, la salud y demás variables que hicieron que dicho individuo llegue directamente a ser lo que es. Y si se habla de inmigrantes no calificados, estos generalmente aceptan realizar labores que el resto no quiere hacer; en países urbanos como Estados Unidos la agricultura necesita mano de obra, los migrantes cubren esa necesidad.
  • Un negocio nuevo genera empleo, directo o indirecto; y no solo es la tienda de abarrotes en la esquina o el carrito de chorizos o tacos en alguna avenida; los fundadores de las siguientes compañías Google, Intel, PayPal, e Bay, Yahoo fueron inmigrantes, y sin ellos muchos no podríamos leer el presente artículo. En el famoso Silicon Valley, más de la mitad de la propiedad y de las patentes de las compañías emergentes son de inmigrantes (a pesar que representan menos de un sexto de la población de ese sitio).
  • En países donde la población envejece, léase Japón, Estados Unidos, diversos países de Europa, y en menor medida el cono sur de América; ello genera problemas en la estructura económica, “¿quién mantendrá a los viejos y al sistema?”. En Estados Unidos si no fuese por los inmigrantes y sus hijos, la población con capacidad para trabajar disminuiría acrecentando su debacle económica.

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Gráfico del Pew Research Center que explica lo anterior

  • Y por último, los migrantes son, dada su condición de “nuevos en el barrio”, más conservadores que el resto; por ello cumplen con más rigurosidad las normas (aunque no estén de acuerdo con ellas) y son más respetuosos del orden establecido. En diversas partes de américa los inmigrantes son los más entusiastas al celebrar festividades patrióticas con respecto a los nativos, cuya juventud las considera fomes por no decir otra cosa. Por ello la propensión a violar la ley es inferior en un inmigrante, y si es ilegal es más baja todavía, dado que es más cuidadoso y no quiere hacerse notar. Los inmigrantes no cuestionan el orden, sus hijos quizás si, por ello los inmigrantes tienen menor participación abierta en organizaciones antisistema o de izquierda. Decir que la mayoría de los 20 millones de mexicanos en Estados Unidos o del medio millón de paraguayos en Argentina son delincuentes es una aberración, sin ningún dato que lo demuestre.  Y las Maras, las terribles maras, se generaron en Los Ángeles y cuando algunos fueron deportados, trasladaron el problema a Centroamérica, flaco favor que nos hicieron los del norte a nosotros, los latinoamericanos.

Trump y Macri

Trump es hijo de migrantes, tuvo un abuelo que suplicó sin vergüenza alguna que no lo deportaran de Baviera. Hace un poco más de cien años, Friedrich Trump, el abuelo de actual presidente de los Estados Unidos había recibido la orden de salir de Baviera por no haber realizado el servicio militar obligatorio (curiosamente el nieto también escapó de servir en Vietnam); obviamente a los alemanes les importó poco un plebeyo nuevo rico y lo expulsaron, y tuvo que instalarse en Nueva York; aquí la carta:

«¡Su serenísimo y potente Príncipe Regente! ¡Compasivo Regente y Señor!

Nací en Kallstadt el 14 de marzo de 1869. Mis padres eran trabajadores de la viña, piadosos, sencillos y honestos. Ellos me encaminaron  a todo lo bueno – a la diligencia y la piedad, a la asistencia regular a la escuela y la iglesia, a la obediencia absoluta hacia la alta autoridad.

Después de la confirmación, en 1882, me educaron para convertirse en un peluquero. Emigré en 1885, dieciséis años de edad. En América continué mi negocio con diligencia, discreción y prudencia. La bendición de Dios estaba conmigo, y me hizo rico. Obtuve la ciudadanía estadounidense en 1892. En 1902 conocí a mi actual esposa. Por desgracia, no podía tolerar el clima en Nueva York, y regresé con mi querida familia a Kallstadt.

La ciudad estaba contenta de haber recibido un ciudadano capaz y productivo. Mi anciana madre estaba feliz de ver a su hijo, su nuera-querida, y su nieta a su alrededor; ella sabe ahora que voy a cuidar de ella en su vejez.

 Pero nos enfrentamos todos a la vez, como si por un rayo del cielo cayera, con la noticia de que el Real Ministerio de Estado había decidido que debemos salir de nuestra residencia en el Reino de Baviera. Estábamos paralizados por el miedo; nuestra vida familiar feliz se vio empañada. Mi esposa está presa de la ansiedad, y mi precioso niño ha enfermado.

¿Por qué debemos ser deportados? Esto es muy, muy difícil para una familia. ¿Cómo serán nuestros conciudadanos que si los sujetos honestos se enfrentan a tal decreto – por no hablar de las grandes pérdidas materiales a incurrir? Me gustaría llegar a ser un ciudadano de Baviera de nuevo.

En esta situación de urgencia que no tengo más remedio que recurrir a nuestra adorado y soberano señor noble, sabio, nuestro eminente gobernante, Su Alteza Real, el más alto de todos, que ya ha secado tantas lágrimas, que ha gobernado de manera beneficiosa y con justicia y prudencia y suavemente y es cálida y profundamente amado, con la petición más humilde al más alto de todos, tenga misericordia y digne permitir al solicitante permanecer en el Reino de Baviera.

Su muy humilde y obediente,

Friedrich Trump»

El su carta rastrera, el Sr. Trump se abstiene de mostrar que ganó dinero con “la bendición de Dios” al administrar burdeles y bares en la época de la fiebre de oro en Dawson City en la confluencia de los ríos Klondike y Yukón en Canadá, luego de exterminar a todos los Tagish, pueblo originario de la zona.

La madre de Trump, Mary Anne Macleod Trump, era un pobre inmigrante que llegó en barco a Nueva York con tan sólo 50 dólares en su bolso y trabajó como empleada doméstica en la ciudad durante al menos cuatro años. Su llegada a Nueva York fue el resultado directo de un escándalo (en una sociedad ultraconservadora como la escocesa)  ya que su hermana mayor, Catalina Reid, dio a luz fuera del matrimonio y partió a buscar una nueva imagen a América en 1920. La madre de Donald Trump recién pudo ser norteamericana en 1942.

La historia de Macri es menos glamorosa,  es hijo de un italiano pobre que bajó de un barco con 18 años en Buenos Aires. Quizás en recuerdo a ello, la gestión de Macri, aumentó la pobreza y la desigualdad en la Argentina[v].  1.5 millones de pobres nuevos y 600.000 indigentes más en sus primeros meses.

Ambos xenofobos , por lo menos Donald Trump comenzó con menos de 500 mil dólares de su padre y construyó su emporio; Mauricio Macri administró las compañías de su padre y quebró la fábrica de autos(“¡Buena Che!”).

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Aquí Macri premia como «personalidad destacada de la cultura» a uno de  la TV mas gruesa

[i] Behind the headlines: investigating the drivers and impacts of global migration” Hein de Hass; 2015

[ii] Preámbulo y artículo 15 de la Constitución Argentina de 1853

[iii] www.pewresearch.org

[iv] https://www.whitehouse.gov/cea

[v] http://www.uca.edu.ar/uca/common/grupo68/files/2017-Observatorio-Informe-Pobreza-Desigualdad-Por-Ingresos-2010-2016.pdf


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