«Los cobardes mueren muchas veces antes de su muerte; los valientes la gustan sólo una vez» William Shakespeare
A todos aquellos que nos reclaman que no hagamos tal o cual cosa, y que nos acoplemos a sus voluntades les ilustramos, incluyendo a aquellos «morenazis» que si no fuese por las luchas de los movimientos sociales, seguirían siendo peones de hacienda, de minas o de comercios, sin feriados y con jornadas de más de quince horas, viendo como sus madres o hermanas aprendían en la cama del patrón lo que la iglesia les prohibía, aquí, en Europa, África o en Asia.
En el siglo XVII no había potencia en medio oriente mas grande que el imperio turco, los sultanes eran señores de las tierras que se muestran en el siguiente mapa:

En Istanbul (Estambul en español) disponían de un harem gigantesco con seleccionadas mujeres de oriente y occidente: y cuyo palacio Topkapi poseía una amplitud y comodidad que ningún europeo pudo disfrutar:

En 1676, el sultán Mehmed IV, decidió enviar un ultimátum a los indomables e independientes cosacos ortodoxos del pueblo de Zaporozhia:
«Como Sultán, hijo de Mahoma; hermano del Sol y de la Luna; nieto y virrey de Dios, gobernante de los reinos de Macedonia, Babilonia, Jerusalén, Alto y Bajo Egipto, emperador de emperadores, rey de reyes, extraordinario caballero, nunca derrotado; guardián de la tumba de Jesucristo, delegado del poder divino, esperanza de los musulmanes, gran defensor de los cristianos,… Os ordeno, cosacos zaporogos, someterse a mí, voluntariamente sin resistencia alguna, y cesar en vuestros ataques«.
La respuesta de los cosacos fue la siguiente:
«¡Cosacos zaporogos al Sultán turco!
Oh sultán, demonio turco, hermano maldito del demonio, amigo y secretario del mismo Lucifer. ¿Qué clase de caballero del demonio eres que no puedes matar un erizo con tu culo desnudo?
El demonio caga y tu ejército lo come. Jamás podrás, hijo de perra, hacer presos a nuestros hijos; no tememos a tu ejército, te combatiremos por tierra y por mar, púdrete.
¡Despojo babilónico, loco macedonio, cervecero de Jerusalén, follador de cabras de Alejandría, porquero del Alto y Bajo Egipto, cerdo armenio, ladrón de Podolia, catamita tártaro, verdugo de Kamyanets, tonto de todo el mundo y el submundo, idiota ante nuestro Dios, nieto de la serpiente y calambre en nuestros penes. Morro de cerdo, culo de yegua, perro de matadero, rostro del hereje, folla a tu propia madre!
¡Por esto los zaporogos declaran, basura de bajo fondo, que nunca podrás apacentar ni a nuestros cerdos. Concluimos, como no sabemos la fecha ni poseemos calendario; la luna está en el cielo, es el año del Señor, el mismo día es aquí que allá, así que bésanos el culo!»

Oleo de Ilja Jefimowitsch, La respuesta de los cosacos de Zaporizhia
Entonces, aquí les respondemos: Qué queréis como respuesta, si ni en sueños llegan a los sótanos de la magnificencia del gran turco, ni tienen la osadía de su más inútil visir, si apenas pueden compartir pareja.
No nos interesa tener vuestras aprobaciones ni agradar a ignaros, menos convertir a herejes. Nosotros una pizca más educados que los cosacos del Sich de Zaporizhia, mantenemos nuestra línea, no somos desleales con nuestros socios; menos por un par de votos o por un proyecto con financiamiento norteamericano; peor, si solo eres un simple cliente insatisfecho de supermercado. Como dice un «meme» de una serie de televisión titulada Pawn Stars:

Te ofrezco una patada en el culo, y todavía me estoy arriesgando.
Justo en el premio de la fundación Ortega y Gasset, ese que la caviarada solo franelea sin ver los nexos franquistas de dicha fundación.
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Cierto, muchos reciben dinero sin ver los compromisos que acepta y ni lo que avala con ello.
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