
Un italiano de origen alemán, Tommaso d’Aquino, formado en París, hizo una de las primeras taxonomías de los idiotas[i]. Definido inicialmente como aquel que se preocupaba solo de sí mismo, de sus intereses privados y particulares, sin prestar atención a los asuntos públicos o políticos. La riqueza del castellano, que heredó del Latín, se manifiesta en la amplitud y en el detalle que utiliza nuestra lengua para mandar a un largo y solitario viaje a un impertinente o a un atrevido. Las alusiones a la familia del desdichado son siempre un exceso o una holgazanería a la hora de ubicar a alguien. Nada más virtuoso que las palabras precisas al calificar a quien se lo merece.
Si bien Tommaso señala varios tipos de ejemplares (Estúpido, estulticio, imbécil, vacuo, idiota, asno, estólido, crédulo, grueso, inexperto, insensato, torpe, tonto, beco, incipiente, necio, rústico, tosco e ignorante). Al clásico babieco, bobo, lelo, palurdo, simple, tarado y desgraciado; Latinoamérica agrega al idioma centenares más: memo, pasmado, pazguato, papanatas, cojudo, pachotudo, pelotudo, bobalicón, forro, majadero, patoso, gaznápiro, granizo, boludo, incróspido, ceporro, sebudo, desorejado, marrano; guarro, infeliz, desastrado, inculto, rudo, adoquín, sorete, zote, zopenco, zoquete, zorimbo, etc. etc.
Otro sacerdote católico, el argentino Leonardo Castellani, sistematizará, previendo que a los idiotas no les gusta leer mucho, y “atendiendo al grado de conciencia que tenían sobre su cortedad de ingenio”, y hace la siguiente calificación que aglutina a la gran mayoría:
- Tonto a secas; esto es, ignorante.
- Simple; esto es, tonto que se sabe tonto.
- Necio; esto es, tonto que no se sabe tonto.
- Fatuo; esto es, tonto que no se sabe tonto y además quiere hacerse el listo.
- Insensato; esto es, tonto que no se sabe tonto y encima quiere gobernar (o hacer que gobierna) a otros.
Actualizado sería:
- Imbécil, para el que ignora lo que debía saber.
- Idiota, para el que no sabe y no le interesa saber.
- Necio, para el que cree que no es lo que es.
- Fatuo, para el que no sabe pero cree que sabe y quiere hacerse el vivo.
- Insensato, para el que no sabe y quiere mandar (gobernar, gestionar, liderar).
Si se dan cuenta, el nivel de “dureza” de la palabra baja cuando sube la peligrosidad del sujeto. Entonces se puede decir que a veces se puede ser medio imbécil, pero que el mito del emprendedor te vuelve idiota, que la «izquierda socialista[ii]» es necia, y estamos rodeados de gente fatua y que los que gobiernan ahora, en gran parte de Latinoamérica, son insensatos.
[i] http://revistas.ucm.es/index.php/CIYC/article/view/CIYC0202110037A
[ii] “Nuevo Perú” y Partido Socialista para el caso de Perú.; “Frente Amplio” para el caso de Chile. PDR y PT para el caso de México y PT para el caso de Brasil, etc.etc.