El 29 de abril de este año se publicó “Obispos alemanes en la Segunda Guerra Mundial”. Elaborado por la Conferencia Episcopal de Alemania, órgano supremo de la Iglesia católica en ese país, de gran influencia en el mundo católico por el apoyo financiero que da a otras Iglesias y ONGs a través de sus fundaciones. En la presentación del documento, el presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, el obispo Dr. Georg Bätzing, señala que los aspectos de la relación de la Iglesia con los nazis están ahora bien esclarecidos.

El obispo Dr. Heiner Wilmer, presidente de la comisión alemana Justitia et Pax, resumió los puntos principales que propiciaron la relación estrecha:
- La doctrina tradicional de la legitimidad de la autoridad estatal y la relación entre la iglesia y el estado.
- La doctrina tradicional de la guerra justa.
- La aceptación social de la presencia natural de los militares en la vida cotidiana.
- La relación entre la Iglesia católica y la nación aleman.
- El rechazo fundamental al comunismo”, que hacía aceptable la guerra (a traición) contra la Unión Soviética.
El documento en alemán está aquí: https://www.dbk.de/fileadmin/redaktion/diverse_downloads/presse_2020/2020-075a-Vorstellung-Wort-der-deutschen-Bischoefe-zum-75.-J-Kriegsende-Statement-Bi.-Baetzing.pdf
Y la colaboración fue muy temprana y legal, a través del “Reichskonkordat” o el tratado entre el Vaticano y el Reich alemán firmado el 20 de julio de 1933 por el cardenal secretario de Estado Eugenio Pacelli (quien más tarde se convirtió en el Papa Pío XII), en nombre del Papa Pío XI y el Vicecanciller Franz von Papen. Fue ratificado el 10 de septiembre de 1933 y está vigente al día de hoy. Uno de los artículos señala que los obispos, cuando asumen el cargo, deben prestar un juramento de lealtad al líder del Reich.

Previamente, el 23 de marzo, la jerarquía católica promovió que el Partido del Centro y el Partido Católico Bávaro votaran por la Ley de Habilitación que otorgó poderes dictatoriales a Hitler.

Y obviamente, la Iglesia católica, con el concordato, le dio un respaldo mundial que carecía, tanto es así que, en 1937, el Cardenal Faulhaber declaró: “En un momento en que los jefes de las principales naciones del mundo enfrentaban a la nueva Alemania con reserva y considerable desconfianza, la Iglesia Católica, el mayor poder moral del mundo, a través del Concordato, expresó su confianza en el nuevo gobierno alemán. Este fue un hecho de incalculable significado para la reputación del nuevo gobierno en el exterior”.
Hitler era católico, en su infancia, estaba cautivado por la pompa y el ritual de la Iglesia, tal como lo escribe Fritz Redlich en su biografía del Führer de 1999. “Incluso consideró convertirse en sacerdote…” Hitler recibió el bautismo, su madre Clara era una ferviente católica. En 1904, recibió el sacramento de la confirmación en la Catedral de Linz, Austria.
La estrecha relación incluyó proporcionar cientos de sacerdotes que se unieron a los soldados nazis en el frente de la guerra para ofrecer orientación espiritual entre 1939 y 1945, y la conversión de miles de propiedades de la iglesia en hospitales militares, donde miles de monjas trabajaron como enfermeras, dice el documento.

En el 50 cumpleaños de Hitler en 1939, cosas que nunca habían hecho por líder alguno, las iglesias ondearon banderas nazis y rezaron por la protección del «Führer y el Reich».
Se comprobó también que el Vaticano y Pío XII sabía de las matanzas de eslavos, judíos, gitanos y comunistas de sus propias fuentes, pero mantuvo el asunto fuera de los gobiernos aliados. El 2 de marzo de este año, los archivos al respecto del Vaticano; pero se cerraron poco después debido a la pandemia. Un equipo alemán dirigido por el historiador de religiones Hubert Wolf de la Universidad de Münster hizo diversos descubrimientos condenatorios.

En una acción bastante criticable, El Papa Benedicto XVI acercó a Pío XII a la santidad en diciembre de 2009, cuando confirmó que Pío vivió una vida de virtud cristiana “heroica”, catalogándolo de venerable. Si se comprobara un milagro, sería proclamado Santo. El Papa Francisco dijo en 2014 que milagro alguno no había sido identificado, sugiriendo que el proceso permanecería en espera.