«Es más fácil engañar a la gente que convencerlos que han sido engañados» M. Twain.
Muchos conocen los cuentos occidentales más populares, edulcorados primero por Charles Perrault o los Hermanos Grimm ( que no se atrevieron a decir muy en alto la fuente), y luego escandalosamente distorsionados por los estudios Disney, que imponen sin tapujos sus criterios ultraconservadores sobre la familia, la belleza y la sexualidad. Entre ellos están: La Cenicienta, Rapunzel, el Gato con Botas, la Bella Durmiente y Hansel y Gretel.
Pues bien, los originales son producto de la recopilación de historias populares hecha por Giambattista Basile, un napolitano nacido en el siglo XVI, que se desempeñaba como narrador de historias en distintas cortes de la vieja Italia y el mediodía francés, escribía obras por encargo (es decir para que otros pusieran sus nombres) e hizo su aporte más relevante a la literatura mundial con su obra “El Pentamerón” (con clara referencia al Decamerón[i]), y está escrita en lengua napolitana, donde un grupo de mujeres se ponen a contar relatos en cinco jornadas, diez por día.

Aquí relato original sobre la “Bella Durmiente” que no es otro que el de “Sol, Luna y Talía”:
Un gran señor tiene una hija, Talía, y convoca a todos los sabios (adivinos) del feudo para predecir el futuro de la niña. Éstos le dicen que está en un gran peligro mortal a causa de una espina de lino[ii] y entonces el padre prohibió que en su casa entrase lino o cáñamo[iii] o cualquier cosa parecida.
La dulce Talía, ya adolescente, ve a una anciana con una rueca y un huso delante de la casona e intrigada sale y coge la rueca y al tirar del hilo se le clava una espina de lino en la uña e inmediatamente cae en coma. El padre, desconsolado, deja a su hija recostada en un sillón de terciopelo, en una habitación de su mansión, cierra todas las puertas y abandona a su hija ( no soportaba la «maldición» y sus efectos sociales).
Luego de un pequeño lapso de tiempo, otro gran señor, que cazaba por las inmediaciones, persigue a su halcón, que había entrado volando por una ventana de aquel edificio clausurado. Intrigado el noble fuerza las puertas y entra, encontrando a Talía dormida. La lleva a un lecho y la viola; y se larga a su casa, dejándola embarazada.

Nueve meses después, Talía sigue dormida, da a luz a dos gemelos: Luna y Sol. Campesinas generosas del campo (hadas) cuidarán de ellos hasta que los bebes, buscando el pecho de la madre, chuparán su dedo, extrayendo así la espina, logrando que Talía despierte y comienza una nueva vida con sus hijos.
Pasadas las semanas, el violador regresa a la mansión ya restaurada, y encuentra a Talía con sus dos bebés. El señor se entera que es hija de un gran señor y se ofrece como su protector; se «queda» unos días con ellos, y antes de partir, promete a Talía que la llevará de vuelta junto a él, dado que hasta la fecha no tenía hijos con su esposa.
El gran señor regresa cotidianamente a visitar a Talia, lo que genera sospechas en la esposa, quien interroga al mayordomo: «Escucha bien, hijo mío, tú estás entre la espada y la pared, entre la jamba y la puerta, entre el atizador y la rejilla, si logras decirme de quién está enamorado mi marido, por mí serás rico, pero si te atreves a ocultarme la verdad, te arrepentirás toda tu vida, aun muerto«; el mayordomo informa sobre la adolescente y los gemelos. Se desata la ira de la señora que ordena a un siervo capturar a la muchacha y a sus críos. Luego instruye al cocinero para que mate a los infantes y los sirva de comida para su marido. El cocinero, (que muy probablemente era otro noble prestando servicio), se los da a su mujer para que los esconda y sirve a su señor dos cabritos y hace creer a la señora que son los niños.

La mujer presiona a su marido a cenar, con las palabras: “Come, come, porque comes de lo tuyo”. El marido fastidiado replica: “Siempre como de lo mío, porque tú no has traído nada a esta casa” y sale a disiparse; la señora llena de cólera, ordena que preparen una hoguera y arrojen ahí a Talía. Al rogar por su vida ante tan espantosa muerte, Talía muestra un valioso collar que llevaba y que inmediatamente es codiciado por la señora, quien le ordena entones que se desnude completamente, mientras ello sucede, el señor regresa intrigado por el fuego de la hoguera y reconoce (obviamente) a Talía. Y ordena a su guardia que sea su mujer la que sea arrojada al fuego; el cocinero le informa de los hechos y el señor lo recompensa nombrándole primer caballero de su corte (cosa que confirma que no era un villano o siervo). A los siguientes días se oficializa el compromiso (se notifica al padre de Talía) y se casa con Talía, y la pareja vivió hasta el final de sus días rodeada de riquezas. Fin del cuento.

El cuento muestra las características de la sociedad feudal donde los protagonistas solo son los nobles y los villanos solo aceptan o rechazan órdenes. Los grandes señores pueden quitar la vida impunemente sin temor alguno. Las mujeres son solo un instrumento en función a proporcionar placer e hijos. Una bella adolescente fértil y de alcurnia era el paradigma de cualquier viejo señor, a la cual nunca ni por asomo se le pregunta algo por su opinión o consentimiento. Ya supondrán el trato a las mujeres siervas.
Toda versión edulcorada de narraciones, ciertas o imaginarias, solo mantienen las falencias y estereotipos que impiden un desarrollo social transparente y equitativo.

[i] El Decamerón, subtitulado Príncipe Galeoto, está constituido por cien cuentos, escritos por Giovanni Boccaccio entre 1351 y 1353.
[ii] El Lino es una fibra vegetal, de la planta conocida como Flaz. Antes de conocer el algodón y hasta el siglo XVIII, era el lino en Europa la fibra textil más importante después de la lana.
[iii] Cáñamo es el nombre que reciben diversas variedades de la Cannabis o Marihuana y el nombre de la fibra que se obtiene de ellas, que tiene uso textil.