Los grupos socialdemócratas (aquellos que hacen todo lo posible para que cambie solo algo y que en el fondo no cambie nada, salvo el nivel de ingresos de sus líderes, y que pululan en ONGs y similares), se horrorizan ante las decisiones del nada izquierdista #Putin.
Hoy claman paz y neutralidad, cuando callaban ante hechos, que nadie bien formado e informado puede negar, y que sí afectaron la necesaria construcción de un mundo multipolar y con una visión de desarrollo con enfoque intercultural: Kosovo, Yugoslavia, Libia, Irak, Afganistán, Siria, Yemen, etc.
No se escandalizaron cuando hordas de ucranianos nazis atacaron la «Casa de los sindicatos» en Odessa y quemaron vivos a hombres, mujeres y niños, disparando a los que querían escapar por las ventanas. No se vio ni leyó ningún comunicado de los partidos “socialistas” y algunos “comunistas” al respecto. La Masacre de la «Casa de los Sindicatos», se ejecutó el 2 de mayo de 2014, y era la sede de varias organizaciones sindicales y del comité regional del Partido Comunista de Ucrania. El edificio fue incendiado por los neonazis. El presidente legítimo de Ucrania en ese entonces, fue etiquetado “casualmente” por la ONG “Transparencia International” como «el más corrupto líder del mundo” (¿?). Esa tergiversación de los hechos promovida por ONGs occidentales y por quienes las financian, se ensañó hasta con los monumentos de la era soviética, ( a pesar que eran parte de población que en su absoluta mayoría hubieran sido tratados como subhumanos o ni siquiera hubieran nacido si el ejército de obreros y campesinos, el Ejercito Rojo, no hubiera vencido en la segunda guerra mundial), y lo que ya es trágico, los colaboradores del régimen nazi pasaron a ser rehabilitados como “figuras heroicas”, como Stepan Bandera, líder de la Organización Nacionalistas Ucranianos (OUN) que ayudó a los alemanes a exterminar gitanos, judíos, rutenos, polacos y rusos.
Estos analistas y defensores de la “libertad”, no dijeron nada cuando el fascismo se instauró en el gobierno de Poroshenko, que incorporó a las milicias neonazis en la estructura de la Guardia Nacional, provocando una dura represión la región del #Donbas, donde sus habitantes han sido sometidos a una violenta campaña genocida, y donde pueblos fueron bombardeados hasta solo hace unos días. Callaron cuando se bloqueó el canal de agua que abastecía a la población de Crimea y cuando se eliminaba el uso de diversas lenguas o se declaraba criminal a solo quien se atrevía a citar a un actor histórico socialista o comunista.
Estos analistas no dijeron ni escribieron nada cuando se supo que el director de la CIA John Brennan y el, en ese tiempo, vicepresidente estadounidense Joe Biden se reunieron con líderes de la oposición antes, durante y después del golpe; ni cuando el senador republicano John McCain pasó a ser nombrado asesor de Poroshenko y le ayudó directamente a articular las milicias neonazis. En esos días, ya se señalaba aquí: https://surhoy.org/2015/09/18/no-una-sino-dos-o-tres-crimeas/ que Ucrania era una república fallida, que solo se limitaba a ser un peón de los Estados Unidos.
Mucho de estos analistas e “izquierdistas” se alegraron cuando Biden llegó a la presidencia de los Estados Unidos, un señor que tenia intereses bastante particulares en Ucrania. https://surhoy.org/2020/11/07/quien-es-joe-biden-y-como-nos-afecta-su-posible-gestion-en-los-estados-unidos/
Repetir letanías de los grupos de poder occidentales, se puede tolerar en quienes no tienen tiempo o la oportunidad de informarse y analizar estos hechos; pero no se puede ni respetar a individuos que lo hacen, y se dicen «solidarios con los intereses populares» y que se dediquen al análisis político o ser miembros notorios de una organización que se dice de izquierda.

Lideres y analistas de esa “izquierda” que no se atreve a leer bien la historia, provocan lo que ya se puede observar, grupos sin propuestas, que se acomodan a las migajas cuando están compartiendo poder o a ayudas cuando están en la oposición, resultado: una izquierda cobarde e irrelevante tanto hoy como en la posteridad.
